La semana pasada el INDEC dio a conocer el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para abril de 2021, por cierto, los datos son muy desalentadores para el Gobierno Nacional. Los números arrojan una variación intermensual del 4.1%. Asimismo, el informe muestra una variación interanual del 46.3 % con respecto al mismo periodo del año anterior. Además, el IPC acumuló en el primer cuatrimestre del año una variación de 17,6%. Como dije, estos datos son desalentadores. Debería ocurrir un milagro para lograr el objetivo del 29 % de inflación anual planteado en el Presupuesto 2021 por el Ministro de Economía Martín Guzmán.

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De esta manera, relacionado con la problemática de la inflación, surgen dentro de la heterodoxia económica ciertos planteos que ponen en duda si la Argentina puede llegar a ser considerada como una más dentro de los países en los cuales rigen las leyes del capitalismo.  En resumidas cuentas, la principal característica de los defensores de la inflación oligopólica sería la regulación de los precios a voluntad por parte de los oligopolios. Esto último, pondría fin a la competencia en términos económicos. En este sentido, la disputa entre capitales no sería por la reducción del precio mediante el desarrollo de las fuerzas productivas, sino a través de la lucha por el control de los mercados.  A su vez, estos capitales concentrados demuestran comportamientos tales como el aumento desmedido de precios y avivadas para apropiarse de una parte mayor del excedente. Ni hablar de la reticencia inversora que dejaremos para otra ocasión. En definitiva, los oligopolios o grupos concentrados, en esta parte del campo de la económica critica, son señalados como los responsables de todos los males de la economía nacional realizando muy pocos esfuerzos por comprobarlo.

Lo cierto, a contracara del planteo esbozado en el párrafo anterior, es que la dinámica de la competencia hace que los capitales fluyan en búsqueda de mayores tasas de ganancias. Dicho muy esquemáticamente, la competencia se da al interior del mismo sector y entre sectores, impidiendo que se forme una tasa de ganancia extraordinaria permanente y provocando una tendencia a la igualación de la misma entre los diferentes sectores.

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En línea con esto último, la permanente innovación y reducción de precios relativos, es decir la permanente diferenciación característica del capitalismo, impulsada por los más grandes, suele desplazar a los capitales más pequeños, con lo cual no es cierto que las unidades más pequeñas tengan la capacidad de fijar precios inferiores. La dinámica de concentración y centralización del capital es una característica fundamental de la sociedad en la que vivimos. Los defensores de la inflación oligopólica, mediante teorías conspirativas, ponen en cuestionamiento los pilares mismos de la forma que tiene de organizarse la sociedad actual.

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Nadie niega que los oligopolios tengan la capacidad imponer barreras a la entrada de nuevos competidores y obtener márgenes de ganancias mayores, pero no por mayores niveles de precios. Además, tienen la capacidad de recomponerse más rápidamente ante aumento de costos (mayores escalas). De todos modos, su comportamiento sigue estando determinado por la competencia nacional e internacional (para no caer en el nacionalismo metodológico). Un Economista Político debería saber diferenciar entre cambios en el nivel de precios y variaciones en los mismo. La inflación es esto último, un aumento sostenido en el nivel general de los precios. Teorías erróneas pueden llevar a malas decisiones de política económica.

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En conclusión, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Es mayor la concentración del capital en Argentina que en Estados Unidos, Europa, China o Brasil?  ¿Por qué en argentina los procesos inflacionarios son mas violentos que otros países de la región con similares características?  Si los oligopolios tienen la capacidad de fijar precios a voluntad ¿Por qué no elevan los precios hasta el infinito?

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Para finalizar, en esta discusión no se trata de buenos y malos. La inflación en Argentina responde a problemas macroeconómicos (costos) que disparan pujas distributivas que no se han podido resolver a lo largo de todos estos años. Como dijo el filósofo Immanuel Kant: nada más practico que una buena teoría.