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Publicado el 08-04-2020

"Nosé que es peor, si robar un banco o fundarlo"

Por Fernando Córdoba y Lúcas Benitez

¿Qué es peor, robar un banco o fundarlo?, pregunta el personaje de Fernando, parafraseando al dramaturgo y poeta alemán Bertold Brech en la película argentina “El robo del siglo”. Esto es  lo que nos tenemos que preguntar los argentinos hoy en día sobre el rol de los bancos. Las entidades financieras siguen siendo los únicos beneficiados en estos últimos tiempos de crisis y pandemia mundial.

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Los protagonistas mirando el botín luego del robo más grande del siglo.

 

Probablemente, ante el escenario del COVID 19, la economía mundial en general y la argentina en particular estén atravesando por lo que será recordado como una de las mayores crisis del capitalismo de la historia mundial. Incluso mayor a la tan recordada crisis de 1930 y su salida poco después con el Estado de Bienestar que tanto nos gusta analizar. De esta manera, la pregunta que nos hacemos entonces es, ¿Qué papel han jugado hasta ahora los bancos en Argentina para morigerar los impactos del aislamiento?

Para dar cuenta de la importancia del rol del sistema financiero en los ciclos económicos, es importante destacar al economista estadounidense Hyman Phillip Minsky y su hipótesis de inestabilidad financiera. En resumidas cuentas, el autor toma parte de la teoría de las fluctuaciones, la innovación y el crédito de Joseph Alois Schumpeter – “el capitalismo es una relación de innovación financiada con deuda”- y profundiza la teoría de la inversión de Michal Kalecki – “Los trabajadores gastan todo lo que ganan, y los capitalistas ganan todo lo que gastan”-. Para Minsky, la falta de liquidez financiera es la responsable de las inestabilidades en el capitalismo.

Éste brillante economista norteamericano, afirma que el capitalismo es una relación de deuda que implica dinero hoy a cambio de dinero mañana, ya que la producción y la inversión debe ser financiada. En esta relación, los acreedores tienen derecho a recibir dinero no bienes de capital. Este dinero es producto de los ingresos futuros de los prestatarios, quienes obtienen en el tiempo ganancias efectivas y operan en base a sus expectativas futuras.

Además, Minsky sostiene que existen severas limitaciones de las instituciones de crédito para poder abastecer todas las necesidades de financiamiento. La liquidez que posean las instituciones es una, las garantías, los términos y condiciones que imponen a la hora de otorgar un crédito, es otra y lo vulnerable que son ante shocks en la política monetaria (bruscos movimientos de la tasa de interés), es la última. Al mismo tiempo, el discípulo de Schumpeter y Leontieff, remarca que no sólo el Estado crea dinero sino que los bancos e instituciones de crédito son generadoras de dinero endógeno, enmarcándose en la corriente cartalista de creación del dinero.

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Hymann Philip Minsky (1919 - 1996)

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Para el autor (y nosotros adherimos) la estabilidad del sistema capitalista es función de los flujos de caja de las empresas que no solo sirven para cubrir los costos de producción, sino que también debe generar unos beneficios suficientes para amortizar las deudas de periodos anteriores y remunerar a sus accionistas para inducirlos a reproducir su inversión. Si los beneficios no alcanzan para esto último, la economía entrará en default y vía deflación de activos en una feroz recesión.

De esta manera, ante un escenario de auge económico, las empresas cuentan con mayores flujos de caja, dicha situación hace que las percepciones de riesgos por parte de los bancos se tornen más flexibles, existe mayor liquidez en la economía y los bancos necesitan hacer su negocio prestando dinero a tasa baja bajo restricciones blandas ya que mejora el ratio de apalancamiento de los privados (ingresos propios/deudas). En definitiva, en momentos de auge se subestima el riesgo crediticio.

Cuando esto sucede, los inversores ven que pueden arbitrar la curva de beneficios, todo inversor quiere ganar la mayor cantidad de dinero posible. Por ende, se financian barato a corto plazo para invertir a largo plazo (mucha deuda de corto para recuperarla con flujos de caja de largo), total la economía está creciendo. De esta manera, cuando la economía entra en un periodo recesivo, las empresas incurren en esquemas de financiamiento especulativos (los flujos de caja sólo pagan los intereses de la deuda) o Ponzi (los flujos de caja alcanzan para pagar ni capital ni intereses, por lo cual refinancian su deuda con otra); ya que un inversor que esté en esquema cubierto (los flujos de caja pagan capital e intereses) se estaría perdiendo de un beneficio extra de no acceder al crédito.

Una vez en esa situación, ante shocks externos negativos (léase hoy COVID-19), el riesgo crediticio se sobrestima. Es así, que ante una situación económica recesiva disminuyen los flujos de cajas de las empresas y disminuye el ratio de apalancamiento. Al disminuir los flujos de caja, los bancos aumentan las restricciones de acceso crediticio y la tasa de interés aumentan porque aumenta el riesgo del prestamista. Esto provoca que la financiación sea más cara, y quienes estaban en un esquema Ponzi, quiebren; quienes estaban en especulativo pasen a Ponzi ó quiebren; y hasta quienes estaban en un esquema cubierto, pasen a especulativo, Ponzi o quiebren. Es decir, que se inicia un proceso de crisis vía deflación de activos y bancarrota generalizada.

Lo interesante de esta paradoja y haciendo referencia a Argentina es que ante situaciones como las que estamos atravesando hoy día es cuando más se necesita asistencia financiera para las pequeñas, medianas empresas y el público en general. Al mismo tiempo, es cuando más se contrae el crédito. En este sentido como sostiene el economista Emmanuel Alvarez Agis el aumento del crédito estimulado por el Banco Central tendrá un bajo efecto ya que solo un tercio de las empresas pueden acceder a éste”. Justamente, los bancos cuentan con un comité evaluador que decide mediante una serie de requisitos quienes son los que están capacitados para acceder al crédito. En síntesis, los bancos le prestan dinero a quienes creen que pueden devolverlo, pero en éste momento, se necesita que esa lógica se invierta para prestarle al que de no tener esa liquidez cierra su unidad productiva o comercial. Además, como sostiene Claudio Scaletta en “Los bancos son planeros VIP”  un extraordinario artículo publicado el 5 de abril en P|12,  “a los banqueros les sigue resultando más seguro y rentable prestarle al Estado que hacer el trabajo de prestarle al sector privado”.

Como respuesta Hymann Phillip Minsky sostiene que un GRAN GOBIERNO es la mejor salida para los tiempos de crisis ya que vía gasto público puede sostener la demanda agregada. Además, un BANCO CENTRAL ROBUSTO  puede poner el sector bancario y financiero nacional al servicio de la producción y el empleo, para que éstos no incurran en venta de activos que provoquen una deflación de los mismos. Minsky era consciente de que las salidas de gran gobierno pueden provocar un proceso inflacionario, pero en términos de riesgo sistémico, la deflación de activos es lo más riesgoso porque lleva a la bancarrota generalizada. En definitiva, lo que necesitamos es una  banca de desarrollo pública y popular al servicio de empresas, hogares y gobierno. No un negocio para unos cuantos, no es una discusión técnica sino política.

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