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Publicado el 16-3-2020

Las penas son de nosotros, los granitos son ajenos

Por Lucas Benitez

Buena jornada queridos lectores y victimas a pronto a serlo del Dengue o del COVID-19, es mi mayor deseo bajar algunos grados de histeria y en ese sentido ganar grados de libertad ante tanto hipocondríaco suelto por ahí. Por ello, en esta nota (el tercer encuentro de la primera temporada de EL MULTIPLICADOR) hablaremos sobre retenciones. El gobierno nacional con un fin redistributivo y fiscal, aumentó el pasado 5 de marzo, 3 puntos porcentuales el derecho de exportación (retenciones) a la soja para aquellos productores agropecuarios que producen más de mil toneladas anuales.La respuesta de CRA el mismo día que la medida se publicó en el Boletín Oficial fue proponer un cese total de ventas de granos y carnes desde el lunes 9, al jueves 12 de marzo.

Según detalló el Ministro de Agricultura Ganadería y Pesca, Ariel Basterra, la retención de 33% se aplicará sobre unos 14.800 productores sojeros además de las molineras y las aceiteras. Con lo recaudado se compensa la disminución de la alícuota en otros cultivos (trigo, maíz, sorgo, que tienen fuerte demanda en el mercado interno como alimento o como forraje) y las economías regionales (maní, porotos). Y para aquellos productores de soja de menos de mil toneladas, hasta 100 toneladas, se tributará una retención del 21%; entre 100 y 200 toneladas, 24%; entre 201 y 300 toneladas, 27%; entre 301 y 400 toneladas, 28%; entre 401 y 500 toneladas, 29% y entre 501 y 1.000 toneladas, 30%. Claramente, es una medida que va en consonancia con la Resolución N° 126/2015, del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca, donde se articuló un sistema de retenciones segmentadas.

David Ricardo fue el economista inglés que desarrolló el concepto de renta diferencial de la tierra y lo hizo en base al precio de los granos. La noción de renta estaba asociada a un beneficio extraordinario por encima del beneficio normal que reportaba la actividad agrícola. Este ingreso adicional que recibían los propietarios de las tierras dedicadas a la actividad agrícola, era fruto de las condiciones de la tierra y no del trabajo aplicado a su producción. Supongamos dos terratenientes, uno con campos mucho más fértiles que el otro. Ambos venden granos al mismo precio. Pero los costos del que es propietario de las tierras más fértiles son mucho menores, he aquí la renta agrícola.

Contamos en Argentina con las tierras más fértiles del mundo, cuyo rinde por hectárea de la soja, el maíz, trigo y sorgo se encuentra entre los más altos del mundo; y el precio se fija en el mercado de Chicago (EE.UU.) en dólares, muy por encima del costo de producción argentinos, en moneda local.

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La cosecha 2018/2019 fue récord, alrededor de 150 millones de toneladas de granos. La producción de maíz superó a la de soja, y se puede observar una gran concentración de la propiedad de la tierra, de la producción y comercialización. Un legado del 1900 criollo.

Esto se demuestra en la zona pampeana, según informa el Censo Nacional Agropecuario, existen: 2.516 establecimientos agropecuarios, propiedad de apenas 211 familias y/o sociedades, son dueños de 11,1 millones de hectáreas. Para dimensionar estos datos, esos 11,1 millones de hectáreas son el 43% de hectáreas cultivables de la provincia, que tiene más de 17 millones de habitantes, de los cuales el 37% de ellos es pobre (sus ingresos son menores que el valor de la canasta básica total).

En el resto del territorio nacional la distribución es igual o peor. Según datos de Horacio Rovelli (economista Flacso), los hermanos Benetton poseen casi 900.000 hectáreas en la Patagonia; el grupo inglés Walbrook con 600.000 hectáreas en Mendoza; el magnate George Soros (y sus socios argentinos Eduardo Elsztain y Marcelo Mindlin) posee unas 420.000 hectáreas en explotaciones agrícolas, ganaderas y forestales en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Chaco, Salta y Catamarca; Roberto Hiriart (sobrino de Augusto Pinochet) es dueño de 100.000 hectáreas en Neuquén; y el inglés Joseph Lewis con 38.000 hectáreas en Río Negro, entre otros.

En cuanto a la producción agropecuaria, he aquí los bigsplayers, los pools de siembra y asociaciones de todo tipo que compran o arriendan tierras como el Grupo Don Mario (GDM), de la familia Bartolomé, que es un importante proveedor de semillas asociadas a capitales norteamericanos; la familia Grobocopatel, dueña de la empresa Los Grobo, tiene más de 120.000 hectáreas en producción. Y el Grupo del Tejar, importante pool de siembra que fuera presidido hasta su muerte en 2010 por Oscar Alvarado, que era a la vez Presidente de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) y miembro del Directorio de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, cuyo miembro conspicuo es José Aranda, importante productor arrocero en la provincia de Corrientes y Vicepresidente del Grupo Clarín) y de Bioceres (empresa argentina de biotecnología agropecuaria). La enorme mayoría de esas tierras cultivadas con soja y trigo es alquilada a estancieros grandes, medianos y pequeños.

En cuanto a la recaudación tributaria que realiza el Estado, por impuesto inmobiliario rural en cada provincia donde están asentadas éstos latifundios, se recauda menos de lo que pagan los dueños de propiedades urbanas. Esto se debe a la casi nula actualización de los valores fiscales de la tierra.

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Todas las familias y sociedades nombradas son parte o tienen influencia directa en la llamada Mesa de Enlace, cuya punta de lanza es Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), que fuera fundada en 1943. Se trata de una asociación confederal presente en todo el país, que reúne a 13 confederaciones y federaciones regionales, las que a su vez agrupan a 109.000 propietarios de tierras, tanto grandes como medianos y pequeños. Su organización más poderosa es la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) creada en 1932.

Vale la pena recordar, que durante la gestión de Mauricio Macri, se realizó la eliminación de las retenciones al maíz y al trigo y una quita en la alícuota de la soja. Supuestamente, ésta decisión provocaría una expansión productiva del sector (autodenominado como “el más expansivo”), pero los datos oficiales arrojan que el salario real de los trabajadores agropecuarios descendió y el desempleo del sector ascendió 10 puntos porcentuales. Chau, chau, adiós a las curvas de Fischer y el discurso porcampo.

También es importante tener en cuenta que la cantidad de empleo del sector agrícola no es grandilocuente. Según el libro “Los números rojos de la Argentina Verde” de Juan Manuel Villulla, Diego Fernández y Bruno Capdevielle, alrededor de 60 mil trabajadores registrados realizan sus tareas en actividades agropecuarias y otros 50 mil son ganaderos, todos ellos en la zona pampeana. Es, nada menos que el 5% de la Población Económicamente Activa (PEA) de la zona pampeana.

Como cierre, vale la pena recomendarles el libro de Juan Manuel Villulla, Diego Fernández y Bruno Capdevielle, "Los números rojos de la Argentina Verde". Está disponible en mercado libre con el mismo valor de cambio (o incluso menos) que un kilo de churrascos de paleta.

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