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Publicado el 22-03-2020

La economía ecológica y su rol político

Por Hernán Cahais.

Históricamente en el desarrollo de la ciencia económica se puede observar cómo se ha omitido estudiar el contexto físico y social en el que transcurre la vida de las personas. Esto se debe a que principalmente el estudio de la disciplina se basa en la noción de riqueza –en tanto capital- y en las relaciones de cambio.

Frente a esta falta de respuestas de las principales escuelas económicas a los problemas ambientales, surge la economía ecológica viniendo a poner en el centro del debate estas problemáticas, e incorporando el estudio de la naturaleza al mundo económico.

La cuestión del medio ambiente y su cuidado sin lugar a dudas debe ser analizada y promovida por el conjunto de la sociedad; se deben modificar conductas, concientizar y tender a un desarrollo lo menos contaminante para el medio posible, y en esto nuestra disciplina puede hacer un gran aporte.

Una vez aclarada esta posición, creo que muchas veces esta temática es utilizada políticamente para atacar y limar a gobiernos populares que, mediante la explotación de los recursos naturales, buscan redistribuir los ingresos generados, posibilitando la mejora en la calidad de vida de millones de personas.

Definitivamente creo que la cuestión es mucho más profunda, y que muchas veces esta cuestión es utilizada como un caballo de batalla para atacar a estos gobiernos, y para luego generar las condiciones de apropiación por parte del sector privado/extranjero de esos recursos y concentrar la riqueza generada en pocas manos. Y una vez sucedido esto, estas temáticas vuelven a quedar en el olvido.

¿Qué hay que fomentar, educar e ir generando las condiciones de cambio para arribar a un modo de producción más amigable con el ambiente? Sin lugar a duda: en torno a programas de políticas públicas que mejoren tratamientos de residuos, saneamiento del agua, cuidado de bosques o prohibición de agroquímicos altamente contaminantes; pero no creo que la suplantación de la explotación de los recursos naturales por otros tipos de producción más amigables con ambiente, sea una realidad atendible desde nuestro continente en la actualidad, dadas las luchas políticas, económicas y sociales que aún se deben dar en materia de desarrollo e igualdad.

Tomaré el caso de Bolivia durante el gobierno de Evo Morales como un fiel reflejo de las condiciones de pobreza y exclusión que afrontaba gran parte de su población y como mediante la nacionalización de las explotaciones mineras e hidrocarburífera todos sus indicadores sociales han mejorado.

Luego de la crisis de los hidrocarburos en los años 80, el país transitó un auge económico inédito en su historia. Los altos precios de los hidrocarburos y otros minerales –representantes del 80% de sus exportaciones- le permitieron al gobierno de Evo Morales generar un modelo de políticas sociales universalista e institucionalizado.

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Greta Thunberg en la ONU

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Declaraba Morales ante la ONU el 28 de Septiembre de 2015: “Antes de que llegue al Gobierno, la renta petrolera en Bolivia eran apenas 300 millones de dólares, después de que modificamos la Ley de Hidrocarburos, después de que nacionalizamos, el año pasado, nuestra renta petrolera llegó a 5.500 millones de dólares. Imagínense con ese modelo neoliberal, bajo la dominación imperial, ¿Cuánta plata nos robaron en Bolivia? De 300 millones el 2005 a 5.600 millones de dólares para un país que tiene 10 millones de habitantes, son recursos económicos tan importantes para la liberación económica. Y por eso estamos convencidos de que los recursos naturales deben ser de los pueblos bajo la administración del Estado y esa es nuestra experiencia, de esta manera nos liberamos económicamente.”

Sobre la base de este proceso económico expuesto por Morales, se llevaron a cabo una batería de políticas sociales destinadas a diferentes sectores de la sociedad: Bono Madre Niño y Niña Juana Azurduy para mujeres embarazadas; Misión Solidaria Moto Méndez del cual se benefician los discapacitados; bono Juancito Pinto el cual consiste en un pago de us$30 para que los niños/as permanezcan en la escuela; reemplazo de las administradoras de fondos de pensiones (AFP) privadas por una gran (AFP) estatal; Misión Milagro destinada a operar gratuitamente a afectados por cataratas y otras enfermedades de la vista; Programa Desnutrición Cero destinado a los menores de cinco años; programa de alfabetización “Yo sí puedo” lo que permitió declarar a Bolivia libre de analfabetismo. Este conjunto de políticas sociales logran la distribución de la renta entre los sectores tradicionalmente excluidos, a lo que se suma la dotación de tierras a comunidades indígenas y campesinas.

Siguiendo lo expuesto por Álvaro García Linera en su conferencia magistral en el II Encuentro Latinoamericano Progresista ELAP 2015, el modo de producción histórico en Latinoamérica fue el extractivismo; hace 500 años somos extractivistas, y eso no se puede modificar en el corto plazo. Esta herencia debe ser utilizada como instrumento de los gobiernos populares en pos del desarrollo a la vez que se van generando las condiciones materiales, espirituales y culturales hacia la economía del conocimiento. Los gobiernos de arraigamiento popular no pueden hacer solamente el trabajo de guarda bosques, de no tocar la naturaleza mientras millones de personas viven en la pobreza; porque entonces sí vienen gobiernos neoliberales que se pondrán a producir sin ningún tipo de prurito y las sociedades los acompañarán, algunos por conveniencia y otros muchos por esperanza de que sus condiciones materiales de vida mejoren.

Es por esto que tampoco creo en la agenda impuesta por países centrales  -los más contaminantes- para los países en vías de desarrollo. No creo que Greta suba sola al escenario de la ONU, si no que más bien creo que se trata una agenda que se pretende exportar. Pareciera que los países latinoamericanos debemos cumplir el rol de generar la oferta de oxígeno y ellos ser los principales demandantes, de un bien que no posee precio; postergando el desarrollo y mejora de la condiciones de vida de millones de personas sumergidas en condiciones de vida deplorables.

Entonces yo me pregunto: ¿Cómo no utilizar los recursos naturales para distribuir la renta: cuando hay niños que se desmayan de hambre en las escuelas, cuándo hay gente viviendo en casas de barro, cuándo no les alcanza el dinero para conocer el centro de San Miguel, o cuándo comprarse un alfajor parece un lujo? Muchas veces se adoptan discursos patrocinados por ONG’S muy comprometidas en divulgar y fomentar el ambientalismo, analizando y dictando el qué hacer desde sus cómodas oficinas, cuando la realidad de millones de persones es otra.

Las economías latinoamericanas debemos pasar a una economía industriosa, a una economía del conocimiento y del desarrollo; pero hasta llegar a ese momento, también debemos pasar a una economía sin miseria, a una economía que potencie el desarrollo intelectual y humano de nuestra población, y para eso debemos de servirnos de nuestros recursos naturales.

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