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Publicado el 26-2-2020

Cuidemos el bolsillo: discutamos el salario real

Por Hernán Cahais

La pregunta fundamental en este contexto económico delicado y en donde se empiezan a discutir las paritarias entre sindicatos y empresarios, con la participación, siempre necesaria, del Estado parece ser: ¿Seguir peleando salarios nominales o participar de nuevos mecanismos de apropiación del excedente?

En nuestro país, y como es característico en Latinoamérica, existen grandes conglomerados empresariales que manejan a gusto la remarcación de precios. El poder de mercado que poseen estos sectores concentrados hace que la discusión salarial se torne un tanto ingenua. Los sindicatos corren detrás de la inflación pasada, pelean en la actualidad y son incapaces de intervenir en el futuro próximo. En este contexto el líder sindical y diputado nacional, Hugo Yasky afirmó en declaraciones radiales: “La cláusula gatillo genera una inercia inflacionaria en la que siempre corremos de atrás”. Más allá de su contradictoria personificación –no se sabe si representa a los trabajadores o al Gobierno Nacional-, lo que Yasky introduce en la agenda pública es el anhelo  de frenar la escalada inflacionaria –al menos la proveniente desde la disputa precios/ salarios-.

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Una vez que se desencadena la puja por el ingreso, la inflación adquiere un componente inercial y para frenarla se deben aplicar políticas regulatorias. Por otro lado, también se deben implementar políticas de ingresos que generen horizontes de crecimiento y de mejoras paulatinas, que justifiquen una postergación de pretensiones sectoriales en pos de un futuro mejor, conformando una política antiinflacionaria sostenible.

Si el plan del gobierno nacional es aumentar la regulación, domesticar la formación de precios, intervenir desde la Secretaria de Comercio –en conjunto con el Poder Legislativo-, promoviendo la competencia, donde se tienda a una tasa media de ganancia de los sectores económicos; en pos de desacelerar el proceso inflacionario… entonces sí, frenemos la inercia inflacionaria generada por la puja distributiva, no indexemos la inflación pasada, no apliquemos cláusula gatillo, frenemos la pelota a lo Román, seamos tiempistas, esperemos que crezca la torta y luego discutamos salario real.

Entiendo que este mensaje no será muy bien recibido por los sectores asalariados –mis viejos ya me miran mal-, pensarán que soy un gorila, carnero, o que alguna multinacional me compró mi primer departamento; pero verdaderamente en este contexto económico donde todo pende de un hilo, creo que hay que ser lo más responsable posible, poner nuestra voluntad política al servicio de frenar los abusos empresariales, mejorar nuestra correlación de fuerzas vía regulaciones, para luego sí pelear verdaderamente por el excedente y no simplemente por un número rutilante que poco mejorará la calidad de vida de los trabajadores. Perdonen mi ocurrencia, son mis modales así.

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